yo misma

Hoy miro atrás mis recuerdos y vivencias que he superado, con los cambios y las experiencias vividas y aprendidas.
Recuerdos que se presentan en un remolino de pensamientos que se atropellan para sobresalir, y es cuando coloco mi mente quieta y respiro.
Recuerdo lo sola que era en mi infancia, juegos conmigo misma, en mi casa y en el colegio, aislamiento que me permitieron ser muy observadora de las acciones, comportamientos, miradas y palabras de las demás almas que me rodeaban. Desde mi angulo solitario, en donde pareciera que una capa invisible (como la Harry Potter), no dejaba que los demás me vieran, pero yo sí a ellos, aprendí desde mi dolor de soledad de cada uno de ellos y de cada una de las personas que como ellos han estado en mi vida...
Luego en la adolescecia la misma soledad, con la misma capa, que no dejaba que los demás me vieran, pero empezó a romperce un poco esta capa, que dejaba ver un trozo de mi piel que me permitía medio compartía con los demás, sin embargo no se acabo la soledad. Todo está soledad además de enseñarme a compartir conmigo, me enseño a tener miedo, miedo a que no pudiera compartir con nadie más.
En la adultez, el cambio fué radical, porque cada tropiezo, cada aislamiento, cada frustación, me enseño a salir de esa cápsula en que me encontraba, me saque esa capa de invisbilidad, y compartí con muchas personas, de diferentes pensamientos, conductas, religiones, tendencias, unas que también tenían esa capa, y trate de ayudar a cada una de ellas, pero algunas no querían ser ayudadas, me fruste muchas veces, porque sentía que fracasaba, pero empeze a aprender que la única persona que debe cambiar soy yo, y aquí estoy en el centro del cuarto diciendome aquí estoy, que feliz me siento de mí y que bueno es aprender cada día