yo misma

Sueño con la caricia de tu mirada,
con que en el jardín de tus ojos
se haga eterna mi morada.
Mis oídos quieren escucharte,
mi voz desea acariciarte,
mi corazón perderse en el cielo
que guardas bajo tu cabello.

Volaré lejos con la ilusión
si no estás cerca de mí,
estaré ebria de pasión
por este agudo sentir
que un día tú clavaste en mí,
sin saberlo, sin pensarlo...

Cuán hondo te hallas aquí,
en este corazón enamorado.
No quiero perder el afecto
que me da tu compañía:
es bello conmigo tenerlo,
es alimento para mi vida.

Los pétalos que deshojas
no son los de la flor que miro,
pero deshoja los que quieras,
pues siempre te seguiré amando.

El pasadizo para llegar
a tu dulce corazón
no lo logro hallar,
pero es el más bello rincón
ése que guardas bajo tu pecho.

Préstame un poco de tu calor :
sólo te pido un poco de amor
pues con tu total ausencia yo muero.

Tiéndeme las redes que hagan falta,
alza la voz cuando lo necesites,
cuenta conmigo para lo que quieras,
acaricia la suerte con tu mejilla.

Se feliz y vive contenta
que amor no te faltará.

Y yo tengo una condena
muy tierna: el amar
tu persona, tu felicidad,
tu sonrisa, tu corazón,
tus ojos, todo tu ser,
y hacerlo sin condición.

Sabe que me tienes aquí,
yo quiero sentirte ahí :

Arrópame con tu cariño
que si no, me moriré de frío.

Ana Díaz Arizmendi,


Desde un lugar de mi corazón, para la flor que tanto quiero