miércoles, abril 23, 2008

 

Kany Garcia "Hoy ya me voy"


No es cualquier día que se encuentra un talento de la talla de Kany García, en quien la dedicación, la entereza y la pasión son más que adjetivos tirados al azar. Porque si algo apasiona a esta joven cantautora puertorriqueña, es precisamente la música. Música inteligente y melódica a la vez, arriesgada como la intérprete, pero sutil y exquisitamente labrada también. Eso podrá constatarse a partir del 29 de mayo, cuando Kany lance su producción discográfica de estreno, “Cualquier Día”. Y como primer sencillo de los 11 temas compuestos por la artista, se desprende ‘Hoy ya me voy’, historia sobre las tribulaciones de un corazón que no corresponde a otro. “Mi música es totalmente original”, explica la artista de 25 años, oriunda del pueblo de Toa Baja en Puerto Rico. “Si algo quiero que defina mi música, es la calidad de la letra y, dentro de esa calidad, una facilidad de transmitir la historia, sin palabras demasiado rebuscadas”. Hija de un español, Antonio, que como sacerdote colgó los hábitos al enamorarse de Shela, una puertorriqueña, Encarnita García de Jesús, o Kany, creció en un hogar en donde no sólo se escuchaba la música, sino que se vivía. La menor de tres hermanos (Marishela y José Antonio, quien es contrabajista principal de la Sinfónica de Puerto Rico), Kany se inició de muy chica en la música clásica, estudiando violoncello, teoría, solfeo y coro. A los 13 años, entró a la Escuela Libre de Música, donde la guitarra adquiriría lugar preponderante en su corazón. A esto siguieron estudios en el Conservatorio de Música de Puerto Rico. “De pequeña consideré mantenerme dentro de la música clásica, pero ya en la adolescencia, tenía la idea de cantar”, cuenta. “Nunca consideré ser cantante lírica. Si a algo clásico me hubiera dedicado, hubiera sido quedarme como violoncelista”. Los rumbos a seguir serían otros: audicionó para el “reality show” de televisión “Objetivo Fama”, pero el destino le depararía algo catastróficamente inesperado. Luego de haber sido seleccionada para entrar al famoso programa de nuevos talentos artísticos, esa misma noche, una extenuada Kany sufrió un aparatoso accidente automovilístico que casi le cuesta la vida. “Me quedé dormida, y choqué contra un poste de luz eléctrica”, reflexiona. “Fue un accidente serio”. Con fracturas en la pelvis, clavícula y 40 puntos en el rostro, Kany pasó seis semanas de intensa recuperación. Sus objetivos, sin embargo, nunca estuvieron en duda: reponerse y regresar a la música. “Si algo reconsideré, fue si me convino o no haber participado en el programa. Pero lo que nunca estuvo en discusión fue si regresaría o no al canto”, dice con convicción. La música de Kany llegó a Sony BMG en febrero del año pasado, y enseguida se reconoció el potencial de esta estrella en ciernes. Sin perder tiempo, la cantante fue invitada a acompañar en un concierto en Puerto Rico a uno de los más grandes cantautores de la canción iberoamericana, el venezolano Franco de Vita. “Cuando canté con Franco, yo aún no había firmado con Sony”, recuerda Kany. “Pero entonces Sony vio la acogida por parte del público, el único ‘standing ovation’ que se hizo esa noche, y eso dio más motivación a las negociaciones”. Kany ya estaba en camino. El siguiente paso sería llevarla a México, donde trabajaría con el renombrado productor Memo Gil (quien ha colaborado con artistas como Maná, Pedro Fernández y Thalía). De más de 20 canciones que la compositora había escrito, ya tenía unas 12 que compartir con Gil. Y así, entre Puerto Rico y México, se grabó “Cualquier Día”. Que no es cualquier música. Porque la música de Kany es ecléctica e inteligente, alimentada por influencias como el flamenco que escuchaba de chiquita junto a su padre, la nueva trova y el rock en español con el que creció. “Las vivencias nutren mi música, pero no son únicamente personales. Mis canciones son historias, no de fantasía, sino historias con las que uno se puede identificar”. Por eso, todo amante de la música inteligente y sensible se identificará con Kany García y su “Cualquier Día”.

martes, abril 08, 2008

 

El Mendigo (desconozco el autor)

Éramos la única familia en el restaurante con un niño. Yo senté a Leonel en una silla para chicos y me dí cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y charlando.

De repente, Leonel pegó un grito con ansia y dijo: "Hola amigo!"

Golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de dientes en su encía.
Con mucho regocijo él se reía y se retorcía. Yo miré alrededor y vi la razón de su regocijo. Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto.

Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad y sus dedos se asomaban a traves de lo que fueron unos zapatos. Su camisa estaba sucia y su cabello no había recibido una peinada por largo tiempo. Sus patillas eran cortas y muy poquitas y su nariz tenía tantas venitas que parecía un mapa.
Estábamos un poco lejos de él para saber si olía, pero seguro que olía mal.

Sus manos comenzaron a menearse para saludar. "Hola bebito, ¿cómo estás, muchachón?" le dijo el hombre a Leonel.

Mi esposa y yo nos miramos, "¿Qué hacemos?". Leonel continuó riéndose y contesto: "Hola, Hola Amigo".

Todos en el restaurante nos miraron y luego miraron al pordiosero.
El viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo. Nos trajeron nuestra comida y el hombre comenzó a hablarle a nuestro hijo como un bebé.

Nadie creía que era simpático lo que el hombre estaba haciendo. Obviamente él estaba borracho. Mi esposa y yo estábamos avergonzados.
Comimos en silencio; menos Leonel que estaba súper inquieto y mostrando todo su repertorio al pordiosero, quien le contestaba con sus niñadas.

Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta.
Mi esposa fue a pagar la cuenta y le dije que nos encontraríamos en el estacionamiento.

El viejo se encontraba muy cerca de la puerta de salida.

"Dios mío, ayúdame a salir de aquí antes de que este loco le hable a Leonel", Dije rezando, mientras caminaba cercano al hombre.

Le di un poco la espalda tratando de salir sin respirar ni un poquito del aire que él pudiera estar respirando.
Mientras yo hacía esto, Leonel se volvió rápidamente en dirección hacia donde estaba el viejo y puso sus brazos posición de "cárgame".
Antes de que yo se lo impidiera, Leonel se avalanzó desde mis brazos hacia los brazos del hombre.
Rápidamente el muy oloroso viejo y el joven niño consumaron su relación amorosa.

Leonel en un acto de total confianza, amor y sumisión recargó su cabeza sobre el hombro del pordiosero. El hombre cerró sus ojos y pude ver lágrimas corriendo por sus mejillas.
Sus viejas y maltratadas manos llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo, suave, muy suavemente, acariciaban la espalda de Leonel. Nunca dos seres se habían amado tan profundamente en tan poco tiempo.

Yo me detuve aterrado. El hombre viejo se meció con Leonel en sus brazos. Por un momento, luego abrió sus ojos y me miró directamente a los míos.

Me dijo en voz fuerte y segura: "Usted cuide a este niño."

De alguna manera le contesté: "Así lo haré" con un inmenso nudo en mi garganta.
El separó a Leonel de su pecho, lentamente, como si tuviera un dolor.

Recibí a mi niño, y el hombre viejo me dijo: "Dios le bendiga, señor.

Usted me ha dado un hermoso regalo."

No pude decir más que un entrecortado "gracias".

Con Leonel en mis brazos, caminé rápidamente hacia el coche.
Mi esposa me preguntaba porque estaba llorando y sosteniendo a Leonel

Tan apretadamente, y por qué yo estaba diciendo:

"Dios mío, Dios mío, perdóname."

Yo acababa de presenciar el amor de Cristo a través de la inocencia de un
pequeño niño que no vió pecado, que no hizo ningún juicio; un niño que vió
un alma y unos padres que vieron un montón de ropa sucia.
Yo fui un cristiano ciego, cargando un niño que no lo era.

Yo sentí que Dios me estuvo preguntando:

"¿Estás dispuesto a compartir tu hijo por un momento?"

Cuando El dió a su hijo por toda la eternidad.
El viejo andrajoso, inconcientemente, me recordó:

"Les aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no
entrará en él." (Lucas 18:17)

"La sonrisa de un niño lleva impresa la firma de Dios"


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